Una imagen de las nevadas que han caído este fin de semana en Cataluña, justo la primera semana de campaña de trufa negra, que por cierto no se prevee sea muy buena (y eso que en varias zonas el verano había acompañado), pues el otoño ha sido especialmente seco.
El frío que ha llegado de golpe me sirve para ilustrar un artículo que he leído este fin de semana…
Y es que los genes «mating types» se han puesto de moda en truficultura. Éstos no solo codifican para que la trufa precise de dos micelios complementarios de distinto sexo para fructificar, sino que también codifican las proteinas encargadas de que estos micelios compementarios se reconozcan.
Este mismo mecanismo ya se encontró en la levadura de la cerveza y el pan (Saccharomices cerevisiae), donde estos genes son los que expresan las feromonas encargadas del «flechazo».
Hoy en día sabemos que en Tuber melanosporum y magnatum existe el mecanismo de reconocimiento en el que intervienen feromonas, pero no sabemos cuales son los factores bióticos (provocados por algún organismo) o abióticos (aireación del suelo, temperatura del aire, etc) que provocan que se expresen esas feromonas que incitan la fase sexual. En este sentido hace poco Zampieri mostró como un estres frío en T. melanosporum provocaba cambios a nivel genético y de proteinas producidas, lo que sugiere que un período de frío es necesario  para iniciar el desarrollo del cuerpo fructífero de la trufa…
Referencias
Zampieri et al (2010) The Perigord black truffle responds to cold temperature with an extensive reprogramming of its transcriptional activity. Fungal Genet Biol 48:585-591. doi:10.1016/j.fgb.2010.09.007
Saludos,
Marcos Morcillo