El año pasado iniciamos un proyecto enfocado a conseguir la trufa como cultivo complementario de las plantaciones de avellana. El innovador de este enfoque es considerar las trufas como un complemento o de forma totalmente secundaria, por lo que la gestión del avellano está totalmente centrado en la producción de avellanas. Esto significa que algunos de los tratamientos aplicados pueden ser, a priori, perjudiciales para las micorrizas de trufa.

Utilizamos la técnica de «root dip» en dos fases del cultivo de avellano criados en Coselva (la mayor cooperativa de frutos secos en Cataluña). a) fase de enraizamiento de la variedad Dundee producido in vitro (este último injertados con la variedad de avellana deseada, sobre todo Negret N-9, resistente a virus) y b) en el transplante a campo.
marcos-morcillo-taking-dundee-hazels-samplingUn año después de la inoculación ya tenemos los primeros resultados. En fase de vivero se detectó la presencia de micorrizas en todas las muestras analizadas. Sin embargo, como era de esperar, los niveles de infección eran inferiores a los obtenidos en nuestros viveros para la producción de plantas micorrizadas (un promedio de 35% +/- 5% en los viveros de Coselva frente a > 60% de la media que se obtiene en nuestros viveros). En campo las micorrizas también se detectaron en la mayoría de las muestras, pero los niveles de infección eran más variables (0-50%). Estos resultados son inferiores a  los encontrados en un proyecto anterior similar hecho en Chile. Cabe señalar que la gestión de las plantaciones de avellanos en este proyecto es la misma que para el cultivo de la avellana en intensivo (uso de fertilizantes, pesticidas, laboreo, poda, etc.) En este sentido, parece remaracable el detectar micorrizas a estos niveles. Una vez más llegamos a la conclusión de lo competitivo que es Tuber borchii, así como ya confirmamos en las inoculaciones realizadas en robles y pinos silvestres en Portugal.
Xavier Vilanova y Marcos Morcillo