Un nuevo estudio realizado en España por Peñuelas, filella y Comas, muestra como el cambio climático provoca un aumento del período en el que el árbol está trabajando y activo.
Cada década la caída de las hojas de árboles caducifolios se retrasa 1-2,5 días. Es fácil notar esos cambios en primavera con las floraciones de almendros u otros frutales, pero no se nota tanto que en otoño las hojas también caen más tarde.
El avellano brota 12 días antes y sus hojas caen 22 días más tarde de lo que lo hacía en 1950. Esto es un mes más de crcimeinto vegetativo, con algunos pros y contras:
En latitudes mas norte el amarilleamiento de las hojas va relacionado con la duración del día, pero a medida que vamos al sur, la temperatura toma relevancia y si el otoño es cálido, el árbol mantiene las hojas vivas.
El amarilleamiento de las hojas es un proceso natural para extraer los nutrientes de las hojas y mantenerlos en el tronco como reserva para la primera. Por cierto, estos mismos nutrientes que alimentan los nuevos brotes son los mismos que alimentarán el micelio de la trufa o las trufas en formacion. De hecho creemos que el árbol primero gasta esas reservas en él mismo y sólo una vez ha hecho nuevos brotes, alimenta al micelio de la trufa. Es por ello seguramente que en nuestros análisis de cuantificación miceliar a lo largo del año, siempre encontramos menos cantidad de micelio en primavera que en otoño.
Así, otoños tardíos incrementan la producción y mas carbón atmosférico queda fijado y mas reservas se acumulan, pero con el riesgo de que si vienen heladas de golpe, esas hojas queden dañadas o caigan antes que los nutrientes hayan pasado al tronco.
He podido observar como cuando se planta el mismo árbol a distintas latitudes, esta ventana de crecimiento vegetativo se expande y como los árboles crecen más rápido y entran antes en producción de trufas y con elevados rendimientos. Me pregunto si plantar árboles truferos en zonas más cálidas de lo habitual, con suficiente agua de riego, podría ser una buena opción en términos de rendimiento y una oportunidad para incrementar las densidades de plantación y tener árboles más productivos. No obstante, no sabemos todavía si las trufas necesitan X horas de frío o cómo ello puede afectar al aroma.
Saludos,
Marcos Morcillo
Hola !!
A colación; éste verano hemos visto , después de aquellas fatídicas semanas de julio , como muchos robles empezaron a secar sus hojas , incluso las temperaturas altas y la sequía se llevó por delante alguna encina …y después vimos como con las lluvias de agosto los robles renovaron sus hojas , cosa que no recuerdo haber visto antes…almenos, de forma tan generalizada . Hubiera sido muy interesante ver el comportamiento de la trufa ya nacida …ver si la rehidratación del árbol podía influir en la recuperación de esas trufas y en qué forma . Pero la naturaleza , además de sábia , es rencorosa con los tofonaires , y nos ha obsequiado con un mes y medio más de sequía y viento . Así que , vaya como vaya la temporada , seguiremos sólo sabiendo que sólo sabemos que no sabemos nada . Odio a Sócrates , me da asco Platón, y me cago (con perdón) en el nihilismo.
He dicho .
ai Pep,
el cambio climático no le sienta muy bien a Bellmunt…
si, el calor de este julio fue muy bestia, pero en muchas zonas llovió poco después generosamente y la campaña pinta muy bien. Posiblemente muchas trufas aguantaron, incluso muy superficiales y posiblemente también otras se formaran después del episodio de calor…
Mi segundo nombre es Sócrates (si noi, ja veus el meu pare…) espero el comentario no tenga nada que ver 🙂
Una abraçada,
Marcos