Hace un par de semanas estuvimos formando a un grupo de truficultores extranjeros en nuestro centro de investigación en Barcelona. A parte de dos días de workshop, pudimos visitar tres empresas conserveras de trufas, cada una de ellas enfocada a un cliente distinto, con el objetivo de analizar la cadena de valor de este producto. Quería dar las gracias al Dr. Xavier Parladé por su ponencia sobre las aplicaciones de las nuevas técnicas moleculares en truficultura, así como a Jordi Serentill, de Laumont, por sus más de dos horas de ponencia sobre marketing de trufas, en la que todos aprendimos muchísimo.
En España en los últimos 10 años la campaña de trufas se cerraba con una 10 toneladas, no obstante, el año pasado cerramos con más de 60 toneladas y esta campaña 2014-15 posiblemente cierre superando las 40 toneladas. Esto ha provocado que los grandes compradores tengan las despensas llenas y el apetito por comprar trufa fresca en los mercados fuera bajo, lo que explica en parte los bajos precios pagados a inicios de temporada. El consumo en fresco por parte de restaurante se dinamiza rápido cuando los precios són asequibles, pero la industria, que no olvidemos consume la mayor parte de la trufa, ya enlatada, tiene unos precios objetivo siempre bajos y por mucho que el precio baje, el consumo aquí no aumenta de un año para otro.
Uno de los momentos estelares de este Tour fueron las 4 horas y media del menú degustación de trufa en Can Jubany, con estrella Michelín. Quien apasionadamente nos mostró cómo seleccionaba las trufas para cada plato, ya fueran silvestres o de cultivo.
¡Gracias a todos los que lo hicieron posible, así como aquellos que vinisteis de tan lejos!