El aprovechamiento de la trufa magenca, o de invierno, en España está regulado, y se le aplican las mismas normativas autonómicas que a la trufa negra, con un calendario de recolección que va del 15 de noviembre al 15 de marzo (en algunas zonas empieza el 1 de diciembre).
La trufa de invierno representa un porcentaje muy bajo de la trufa que se comercializa en Europa, ya que es posible que en la actualidad no se recolecten más de 1.000-2.000 kg anuales. En España deben rondar los 300-400 kg, con un precio al recolector (y, por tanto, sucia) que oscila entre los 100-150 €/kg.
Aparece especialmente en algunas zonas del noreste de España, donde se cultiva mucha avellana (Maestrazgo, en Castellón; Prades y Vandellós, en Tarragona; y el Vallés, en Barcelona, donde hay más de 15.000 hectáreas de avellanos en los que tanto la trufa negra como la de invierno fructifican de forma natural). En estos lugares, el precio que se paga al recolector por el kilo de trufa suele ser más bajo porque ya se sabe que está mezclada con T. brumale. En los últimos años, debido a que el avellano es un cultivo no demasiado rentable y miles de esas hectáreas se están abandonando, así como debido al cambio en el cuidado del avellano (uso de fitosanitarios, poco o nulo laboreo), el suelo se está compactando y cada vez hay menos T. brumale.
El destino principal de T. brumale, al igual que de T. aestivum T. mesentericum, es la conserva y la industria alimentaria. 
¿Cómo evitar confusiones entre T. brumale y T. melanosporum?
T. brumale a menudo se confunde con melanosporum, con la que suele estar mezclada en los lotes. Para diferenciarlas es posible fijarse en el peridio, que, además de desprenderse fácilmente, es negro en brumale y marrón oscuro en melanosporum.
El color de la gleba es gris negro cuando brumale está madura, más oscuro que en melanosporum, que es de un negro púrpura. Las venas de la gleba en brumale son por lo general largas y poco numerosas.
Al microscopio, es más sencillo todavía de distinguir, ya que las espo- ras en brumale son más pequeñas y numerosas en cada asca (5 de media en brumale, 3-4 en melanosporum), de color marrón claro o translúcidas, mientras que en melanosporum son más oscuras o incluso opacas. Este hecho permite comprobar la madurez de la trufa a la hora de usarla co- mo inóculo, puesto que las esporas de melanosporum cuando la trufa no está madura son todavía translúcidas. Las espinas de las esporas de bruma- le son más largas y finas que en melanosporum.
El aroma más o menos almizclado de brumale es un criterio muy subjetivo y varía en función del suelo y la materia orgánica. 

Es una trufa muy agresiva y con una mínima cantidad se obtienen buenos niveles de micorrización. Quizás por ello esté ahora fructificando en países como Australia y Nueva Zelanda, aunque es una pena, pues su detección al microscopio es sencilla antes de ser usada como inóculo.

Saludos,
Marcos Morcillo