Ayer estaba leyendo este artículo de Scientific American “Dying Trees Can Send Food to Neighbors of Different Species” y luego por la noche vi la película Avatar. Y es que ambos hablan, aunque de forma diferente, de lo que se ha denominado Wood-Wide Web o la red de micorrizas, y esto me ha hecho pensar en esta fotografía:
Una encina de una plantación trufera, que una vez muerta por una enfermedad, se ha cortado y en su lugar replantado una carrasca trufera nueva (tubo verde), pero que dos años después de cortada sigue produciendo trufas a su alrededor.
Hoy en día sabemos que a través de esta red de conexiones micorrícicas se mueven nutrientes, azúcares, agua… Y sabemos como estas redes de micelio no sólo sirven para alimentarse, sino para comunicarse. Y esto podría explicar el por qué de estas curiosas cosechas de la foto…

En este dibujo podéis ver esta trama real de conexiones de micelio/micorrizas entre unos abetos y el hongo hipogeo Rhizopogon, y cómo un sólo árbol puede estar conectado con hasta 47 otros.
El autor de este trabajo en relación a una nueva investigación publicada especula con la posibilidad que los hongos jueguen un papel muy bien calculado de «broker» jugando con las fuentes de carbono para su propio interés.  Y yo creo que sí que podrían ir por ahí los tiros, ya que hoy en día vemos como algunos hongos, entre ellos las trufas, juegan con los árboles huésped de una forma totalmente egoísta.
Saludos,
Marcos Morcillo